No cabe duda de que en México vivimos una crisis de alimentación. Nunca antes (por lo menos en la memoria de un quasi-cuarentón como su servidor) se había visto en nuestro país tal cantidad de personas con sobrepeso. Y los medios ya se han encargado de hacérnoslo notar. Pero ha fallado hasta este momento toda estrategia para revertir esta situación.
La verdad es que ha cambiado la dieta del mexicano de manera notable en los últimos veinte o treinta años. Hemos adoptado muchos de los malos hábitos alimentarios de los Estados Unidos, y desgraciadamente pocos de los buenos (que sí los hay!). Los buenos hábitos del mexicano se han hecho a un lado. Resulta que se consume demasiada carne (de cerdo, de res, y de pollo, entre otros), demasiados alimentos fritos en aceites y grasas de mala calidad, y una cantidad impresionante de refrescos comerciales saturados de endulzantes con escasas propiedades nutrimentales y sí con altos riesgos para la salud. Ya no se consumen de manera generalizada las frutas y verduras frescas, como son los nopales, el aguacate, los frijoles, los elotes, la flor de calabaza, y las frutas regionales como el mango, la guayaba, la manzana (en zonas de más altitud), la naranja, y la tuna, entre muchas otras. Incluso llega a ser gracioso; cuando hace tiempo entré a un restaurant y pedí una ensalada, el mesero me preguntó con toda naturalidad, "... la ensalada la quiere de pollo, de cerdo, o de res?"
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No cabe duda de que en México vivimos una crisis de alimentación.
Nunca antes (por lo menos en la memoria de un quasi-cuarentón como su servidor) se había visto en nuestro país tal cantidad de personas con sobrepeso. Y los medios ya se han encargado de hacérnoslo notar. Pero ha fallado hasta este momento toda estrategia para revertir esta situación.
La verdad es que ha cambiado la dieta del mexicano de manera notable en los últimos veinte o treinta años. Hemos adoptado muchos de los malos hábitos alimentarios de los Estados Unidos, y desgraciadamente pocos de los buenos (que sí los hay!). Los buenos hábitos del mexicano se han hecho a un lado. Resulta que se consume demasiada carne (de cerdo, de res, y de pollo, entre otros), demasiados alimentos fritos en aceites y grasas de mala calidad, y una cantidad impresionante de refrescos comerciales saturados de endulzantes con escasas propiedades nutrimentales y sí con altos riesgos para la salud. Ya no se consumen de manera generalizada las frutas y verduras frescas, como son los nopales, el aguacate, los frijoles, los elotes, la flor de calabaza, y las frutas regionales como el mango, la guayaba, la manzana (en zonas de más altitud), la naranja, y la tuna, entre muchas otras.
Incluso llega a ser gracioso; cuando hace tiempo entré a un restaurant y pedí una ensalada, el mesero me preguntó con toda naturalidad, "... la ensalada la quiere de pollo, de cerdo, o de res?"
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